El accidente cerebrovascular (ACV) es provocado por la interrupción de la circulación sanguínea al cerebro, lo que provoca que las células del cerebro no reciban más oxígeno ni los nutrientes necesarios para su funcionamiento normal. La consecuencia es la degeneración o la muerte definitiva de las células. El ACV afecta generalmente a las personas de más de 65 años, aunque puede también producirse en pacientes mucho más jóvenes si bien este caso es menos común.
El accidente vascular cerebral se debe en el 80% de los casos a la obstrucción de una arteria (accidente isquémico). Un ataque cerebral isquémico tiene lugar cuando las células cerebrales no reciben suficiente oxígeno ni glucosa debido al bloqueo de un vaso sanguíneo que irriga el cerebro.
En el 20% de los casos restantes el AVC es hemorrágico, es decir, es la consecuencia de la ruptura de un vaso cerebral, éste es el caso más grave.
Los accidentes isquémicos transitorios (AIT o mini derrame cerebral) significan que la vasculatura cerebral no es interrumpida pero sí reducida significativamente. Éstos no dejan secuelas, pero deben tomarse como un signo de advertencia o alerta sobre un futuro accidente cerebrovascular.
Las consecuencias del accidente cerebrovascular
Las consecuencias del AVC dependen de la velocidad del tratamiento, de la extensión de la zona cerebral afectada y de la localización de esta zona.
Es por ello que las secuelas pueden ser desde una parálisis de corta duración, hasta daños graves e irreversibles.
Los pacientes víctimas de un AVC pueden sufrir la parálisis de cierto miembros, problemas de memoria, de visión, de comprensión y del sistema auditivo. También pueden sufrir de incontinencia debido a la pérdida del control de los esfínteres.
En ciertas ocasiones, el AVC provoca la muerte inmediata del paciente.
Los síntomas del accidente cerebrovascular
Algunas señales de alerta sobre un posible accidente vascular cerebral deben empujar al paciente a acudir a urgencias:
- Debilidad o parálisis repentina de un miembro o de un lado del cuerpo (hemiplejia).
- Disminución o pérdida repentina de la visión, especialmente en un sólo ojo.
- Dolor de cabeza repentino y severo sin causa conocida.
- Pérdida de equilibrio y de la coordinación al caminar.
- Confusión, dificultad al hablar y en la compresión.
Si estos síntomas aparecen repentinamente es imperativo contactar en la mayor brevedad posible con un centro de urgencias. Cada minuto es importante para restablecer la irrigación cerebral y salvar el mayor número de neuronas posibles.
Le rehabilitación tras un accidente cerebrovascular
El cerebro tiene la capacidad de compensar los déficits activando ciertas zonas del mismo no utilizadas hasta el momento. Este adaptación del cerebro debe estar acompañada por una rehabilitación supervisada por un especialista para mejorar las condiciones de vida de la víctima.
La rehabilitación necesita la presencia de numerosos médicos, neurólogos, fisioterapeutas, logopedas, etc…, en función de las zonas dañadas por el AVC. También es necesaria la ayuda de un psicólogo para tratar eventuales depresiones asociadas a la discapacidad.
La rehabilitación comienza en el hospital y puede continuar a domicilio si la salud del paciente lo permite. Sin embargo, en ocasiones las funciones limitadas de la víctima requieren el uso de equipos específicos para mantener cierto grado de autonomía en las realización de sus tareas diarias. Existen multitud de productos para ayudar a la movilidad del paciente como un andador, silla de ruedas o bastones; asimismo, también puede ser de ayuda la utilización de una barra de sujeción para el baño o de un taburete de ducha
¿Cómo prevenir un accidente cerebrovascular?
La hipertensión arterial es el principal factor de riesgo del AVC. Unas persona que sufra hipertensión puede reducir los riesgos controlando simplemente su presión arterial tanto acudiendo a una consulta médica como en su propio domicilio (con una aparato de automedición) y siguiendo un tratamiento adecuado si es necesario.
La presencia de uno o varios aneurismas (inflamación de una pequeña sección de una arteria) debe ser vigilada de cerca por parte de los profesionales de la salud debido a que son un factor que favorece notablemente el riesgo de AVC.
Existen otros factores de riesgo como el tabaquismo, el alcoholismo crónico, una tasa de colesterol elevada o el consumo de ciertos anticonceptivos orales.